domingo, 5 de septiembre de 2010

Corrincho, capítulo cinco: fiesta

Noche de paz, noche de amor, como dice la canción. Noche de fiesta habría que agregar. Porque eso es lo que abundó el 20 de agosto pasado, cuando Corrincho concretó su capítulo cinco: festejo.

En lo que fue su primera presentación en conjunto, hizo su debut el grupo Fiestorros. Que secundados por el telón musical de Dos Cachivaches dejaron en claro a qué se refieren cuando se autodefinen como "un grupo primitivo".

La antorcha se hizo luz en las manos de Marcelo Guerrieri (foto, abajo), quien dio vida a stripers, patovicas, y pasos sensuales sobre la barra de un boliche, en un relato que combina negocios turbios y poesías de algodón.



Luego, Nicolás Correa (foto, abajo) descerrajó una historia de mitos y poder que se escabulle entre lo más sórdido de la noche en busca de una respuesta. Que llega. Que sólo deja al callejón más oscuro como eventual salida.


Juan Marcos Almada (foto, abajo) tomó la posta. Y puso en marcha una carrera. El piloto insignia es un fierrero de frases cortas y soluciones prácticas. Ford Falcon. Observa, traslada, abre caminos. Espera el próximo semáforo verde.


¿Qué es eso que tenés ahí? ¿una mortadela? Hernán Brignardello (foto, abajo) hunde la pluma en el drama existencial de un espíritu de pueblo marcado por una diferencia. Ese mismo diferente repasa su génesis y apura las valijas para un viaje que en parte es una huida y, al mismo tiempo, otra forma de comenzar a vivir.


Un ex investigador devenido en contador de chistes vuelve a la noche para dar con el único objeto que prefiere no encontrar. Patricio Eleisegui (foto, abajo), relata los miedos, cuentas pendientes, y contradicciones, de un personaje que traslada la muerte en envase de vidrio.


Las historias tuvieron su sonido. Su textura musical. En este caso, la apuesta rítmica de la noche fiestorra y primitiva tuvo como protagonistas a Dos Cachivaches (foto, abajo).


La magia que completa. El público. Que se sumó copiosamente a este Corrincho capítulo cinco. Y que, no lo dudamos, volverá a aportar oídos, risas y aplausos en nuestra próxima -y cercana- nueva entrega.


Todas las imágenes que ilustran esta reseña son obra y gentileza de Mica Hernández.

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